La conquista de Perú


La conquista de Perú se organiza desde Panamá, donde se reunen tres socios, Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el clérigo Hernando de Luque, inspirados por el éxito del primo de Pizarro, Hernán Cortés y su conquista de México.


Francisco Pizarro

Hernando de Luque


Diego de Almagro

Las primeras noticias sobre la existencia del fabuloso reino del Birú, (Perú) llegaron a oídos de los españoles que estaban en Castilla de Oro (Panamá) desde comienzos del siglo XVI. Las autoridades de dicha gobernación, Pedrarias Dávila y Pedro de los Ríos enviaron expediciones de reconocimiento al Pacífico sur a partir de la década de 1520. Entre todas ellas, sobresalieron las que realizó una sociedad compuesta por dos veteranos soldados Almagro y Francisco Pizarro.

Francisco Pizarro nació en Extremadura, era analfabeto y se dedicaba a la cría de cerdos en su tierra natal. Llegó a América en 1502, con el nuevo gobernador de La Española, Nicolás de Ovando. Hombre de fuerte carácter y poco dispuesto a la actividad sedentaria, participó en la expedición de Alonso de Ojeda que exploró América Central y Colombia (1510) y luego en la de Vasco Núñez de Balboa que culminó en el descubrimiento del Mar del Sur (más tarde océano Pacífico) en 1513.


Viajes de Francisco Pizarro
Cunado en 1524 se asocian para la conquista, Pizarro, Almagro y Luque para realizar la conquista del Imperio Inca. En esta primera expedición, se bordea la costa, y se encuentran con una embarcación indígena, y añaden como intérprete llamado Felipe.
Durante este primer viaje, Francisco Pizarro regresa varias veces a Panamá para buscar armas y soldados.
Tres años después, y no obteniendo resultados positivos, además del descontento de los soldador que pasaban calamidades sin ninguna recompensa, el gobernador de Panamá ordenó que regresaran. Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, pero la mayoría quieren regresar. Frente a esto, Pizarro traza una raya en el suelo y obliga a decidir a sus hombres entre regresar el norte, Panamá, o arriesgarse hacia el sur y encontrar riquezas y gloria. Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los "Trece de la Fama", o los "Trece caballeros de la isla del Gallo".
Los Trece de Fama

El historiador José Antonio del Busto cuenta sobre la escena en la isla de Gallo:
El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena:
— «Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».

Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, «no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada». Sus nombres han quedado en la Historia.

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los refuerzos, mandados  desde Panamá por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. Pizarro y los suyos estaban en la Isla de la Gorgona, hambrientos y amenazados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó ir hacia el sur.
Francisco Pizarro regresó a Panamá en 1528; deliberó con Almagro y Luque, y los tres decidieron que era preferible dirigirse al emperador Carlos V en persona, y solicitar autorización para emprender una campaña hacia el sur. Pizarro fue a España pero antes prometió cuidar de los intereses de los tres socios.

Entrevista Pizarro con el rey

Ya en España, Pizarro obtuvo plenos poderes para conquistar Perú; en las Capitulaciones se establecía que Almagro gobernaría en Tumbes, Luque sería obispo de esta ciudad. De esta manera Pizarro podría alejar de la empresa a sus dos amigos, obteniendo él, el cargo de Gobernador, Capitán General, Adelantado, además se le otorgaba un título de nobleza.
En la corte, encuentra a su primo Hernán Cortés, el cual estaba informando de su victoria en México, y parece que hasta ayudó a financiar la expedición.
En 1530, Pizarro se va de España y llegaba a Panamá acompañado por cuatro de sus hermanos. Almagro se enfureció al enterarse del modo cómo se había beneficiado Pizarro en contra de sus dos socios.
En enero de 1531 zarparon de Panamá con tres naves, 180 soldados, entre ellos tres hermanos y 27 caballos. Desembarcaron en San Mateo (actual Ecuador) donde se aprovisionaron de alimentos.

Atahualpa
Marcharon luego a la isla de Puna, en el golfo de Guayaquil cerca de Tumbez, fundaron el puerto Pizarro, donde se enteraron de la  guerra civil que enfrentaba a los dos hermanos, Atahualpa y Huáscar, que se habíab repartido el imperio al morir el padre, enfrentándose el uno contra el otro.
En 1532 Huáscar resultó vencido y hecho prisionero, y Atahualpa había tomado la capital, Cuzco. Pizarro trataría de aprovecharse de esa situación y decidió penetrar el imperio y entrevistarse con Atahualpa, que se hallaba entonces en Cajamarca, ciudad de palacios. Pizarro fue con 120 soldados, 62 soldados de acaballo, 23 arcabuces y mosquetes.
El Inca Atahualpa estaba enterado de la llegada de los españoles, quienes le mandaban decir que iban en son de paz. Hacia mediados de noviembre de 1532, los españoles llegaron a Cajamarca. El ejército de Atahualpa era muy numeroso, (los historiadores manejan las cifras de 5.000 a 50.000) pero estaba peor armado que los españoles.
La idea de Pizarro era  apresar al Inca por sorpresa. Atahualpa ya estaba en la plaza de Cajamarca,  rodeado con su ejército, mirando a los visitantes desde lejos. Los únicos que se presentaron por parte de los españoles fueron Hernando de Aldana, el traductor Martinillo y el dominico Valverde.








Guzmán Poma de Ayala, cronista mestizo, relató el encuentro entre Pizarro y Atahualpa:A través del indio Felinillo habló Pizarro con Atahualpa, informándole que era enviado de un gran señor. El Inca le respondió que le creía “pero no tenía que hacer amistad, que también él era un gran señor en su reino”. Habló entonces el Padre Valverde con una cruz en la mano derecha y una Biblia en la izquierda, exigiéndole que adorase a Dios y a la cruz.
Atahualpa respondió que “el no adoraba sino al Sol que nunca muere y a sus dioses… Preguntó quien le había enseñado sus creencias y el fraile le dijo que se lo había dicho el Evangelio. Atahualpa pidió el libro y dijo: “dámelo a mí, que me lo diga a mí”. Dijo luego, “no me dice nada” y con gran majestad echó el libro a las masas. El fraile exclamó: “aquí caballeros están en contra de nuestra fe”.

Súbitamente la tragedia se precipitó. Los españoles avanzaron haciendo una verdadera carnicería y Atahualpa fue tomado prisionero.
Temiendo que fuera nombrado Inca se hermano Huascar, Atahualpa lo mandó asesinar y conociendo la sed de oro de los conquistadores, le ofreció a Pizarro como rescate por su libertad, llenarle de todo el metal precioso hasta donde alcanzara el brazo levantado de un hombre, en el hoy conocido "cuarto de rescate", la habitación que le servía de prisión, de 6,5 m de largo y 4,5 m de ancho de altura. 

Cuarto de rescate
 

Atahualpa envió inmediatamente correos a todos rincones del imperio con la orden de traerle todo el oro que pudieran; siete meses después logran pagar el rescate, el tesoro más grande que visto en América. Pero Pizarro consideró que para someter a los incas era necesario matar a Atahualpa, por lo que lo acusó de haber matado a su hermano Huáscar, de idolatría, de adulterio, de mantener relaciones con su hermana y de conspirar contra los españoles. Por tales delitos era condenado a morir en la hoguera, pero si aceptaba la fe cristiana, el veredicto sería atenuado y en vez de quemarlo, lo estrangularían (garrote vil). 
El inca protestó de la sentencia y se negó a abrazar el cristianismo, pero una vez en la hoguera pidió ser bautisado. Así se hizo, dándole el nombre crisitano de Juan; luego, le pasaron un hilo metálico en torno al cuello mientras los clérigos cristianos rezaban. Poco después, el inca dejaba de existir, era 29 de agosto de 1533. También ejecutaron a los principales jefes incas y se repartieron mujeres como parte del botín.
Una vez ejecutado Atahualpa, Pizarro reconoció como Inca a otro de sus hermanos, Manco y entró triunfante en la capital, Cusco, en 1533. Allí organizó el primer Cabildo y repartió tierras entre sus seguidores.
Tres años después Mancó huyó de Cuzco, levantó un enorme ejército y atacó a los españoles. El regreso de Almagro, desde Chile, obligó a los indios a levantar el sitio. En 1544, Manco Inca fue ejecutado, pero la resistencia continuó entre sus descendientes, hasta que uno de ellos Tupac Amaru fue decapitado por los españoles en 1572.

Tumba de Pizarro en la
Catedral de Lima
Fundación de Lima
Además de la resistencia indígena, se produjo la lucha entre los conquistadores Almagro y Pizarro, por la posesión de Cuzco, entre otras ambiciones personales. La guerra duró 11 años (1536-47) en las que murieron Almagro, su hijo Diego y los tres hermanos Pizarro, Francisco, Hernando y Gonzalo.

La ciudad de Cuzco, que había sido capital del imperio incaico, no servía para vincularse con España, por estar situado en el interior del territorio, por lo que en enero de 1535 se fundó la Ciudad de los Reyes, Lima, que se convertirá en uno de los centros más importantes de la América española.


Funtes: Libro C.B.U 2do Año
            Libro Pensar la Historia 2do Año
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